En otra vida, tuve que ser ratón.
Adoro los lácteos: los yogures, las cuajadas y los quesos en cualquiera de sus variedades.
Sí, en otra vida fui ratón. Pero ratón de campo. Porque vivo en el medio rural. Aquí en mi pueblo, en Sacramenia, me siento libre.
Mi padre no fue un ratón en otra vida. De esto estoy segura. Siempre ha sido un pastor, con sus propias ovejas. Ser pastor es un oficio duro, pero gratificante. El amor que siempre ha dado al rebaño, el salir a pastar, el ordeñar, el esquilar, en definitiva, el mimar.
Pero, llegó un momento en los esfuerzos de mi padre no se veían compensados. Cada día nos pagaban menos por la leche de nuestras ovejas. Mientras, cada vez más aumentaba el precio de cuidar de nuestro rebaño.
Un día, me planté y le dije:
“Papá, vamos a hacer nuestro propio queso con la leche de nuestras ovejas.”
Porque, para que otros se aprovechen, nos aprovechamos nosotros de esta fantástica materia prima que sabemos que tenemos.
De esto hace ya más de 20 años. Y hoy puedo decir, más orgullosa que nunca que…
Le pongo la guinda a este pastel siendo artesana. Elaboro mis productos añadiendo esos ingredientes que sólo los artesanos sabemos usar: una pizca de ilusión, un puñado de amor y una dosis bien generosa de pasión.
Desde esta ventana que es Internet, te invito a que te asomes a mi quesería y te animes a probar cualquiera de mis productos. Con cada pedido, contribuyes a seguir haciendo crecer nuestra historia.
Además, ayudas a mantener vivo nuestro querido medio rural. Porque cada queso y cada yogur lleva un poquito de un pastor, de un productor local, de varias familias y de una artesana. En definitiva, cada pedido lleva un trocito de nuestra alma.
Descubre más en este reportaje de “Un país para comérselo” (TVE)
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